Siento ser mal educado pero esta ha sido mi sensación una vez finalizada la marcha cicloturista de los puertos míticos de Ávila. Dura, muy dura pero será mejor que vayamos al relato del citado evento.
En esta ocasión había optado por alojarme el sábado en la ciudad de santa Teresa y de este modo no darme el madrugón y la posterior paliza sobre la bici. Me levanto a las 6 y 30, tiempo de sobra para vestirme y meter la máquina en el coche ya que el resto de cosas ya las había guardado la noche del sábado. Mientras me dirijo al punto de salida, mi temor iba encaminado al estado del tiempo (toda la semana daban lluvias para el domingo) y al recorrido, muy exigente y duro. Los días antes no había estado muy boyante en lo que a salud se refiere por lo que partía con una cierta desventaja. Tras desayunar en el mismo punto de salida, inicio el pre calentamiento haciendo algunos cientos de metros por los alrededores de la plaza de toros. Finalmente y con los típicos nervios iniciales tomamos la salida algo más de 600 cicloturistas. Si algo tiene esta marcha es la dureza de su recorrido. 4 puertos, Paramera, Serranillos, Mijares y finalmente Navalmoral a lo largo de más o menos 175 kilómetros de recorrido de los cuales más de 71 eran de subida. El primer puerto se inicia en grupo y con el cuerpo aún frío. El ritmo rápido hace que en 40 minutos estemos la mayoría bajando dirección a el Barraco.
De hecho algún cicloturista poco precavido besa el suelo y eso es mal asunto. El frío que siento es grande y casi prefiero ahora que el descenso acabe. Se llega por segunda vez en el día a Burgohondo y tras recuperarme un poco en el habituallamiento, sin más dilaciones inicio el último ascenso con dirección a Ávila. Nuevamente otros 16 kilómetros de ascenso por un puerto no excesivamente duro como es Navalmoral, pero como ya las piernas no estás fresca, cualquier repecho es ya una pared. Faltando tan solo 1 kilómetro para llegar a la cima tengo que definitivamente que dejar de pedalear y poner pies en tierra. Llevaba todo el recorrido con fuertes calambres y mis piernas habían dicho basta. Pierdo unos minutos en reponerme y encaro los últimos 1.000 mts para iniciar el descenso ya con la mente puesta tan solo en el paseo del rastro de la capital abulense en dónde tras 7 horas y 31 minutos de pedaleo, tres chaparrones, fuertes calambres, medio muerto de frío bajando un puerto, terminar de cruzar la meta diciendo eso de...¡¡¡HASTA LOS COJ...S!!!
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