Ya desde el año pasado pude comprobar que si por algo se caracterizaba esta ciclomarcha al margen del encanto de su recorrido, era el ritmo que se imprimía. En esta edición 2011 no lo iba a ser menos y ya desde las dos primeras horas de pedalada la media que llevaba era de 34 kilómetros por hora. Mucha tela, y que había por consiguiente se debería de lidiar con cabeza, ya que a pesar de no contar a lo largo de todo el circuito con grandes desniveles, lo cierto es que el viento de cara que en esta ocasión teníamos los ciclistas, podría pasar factura a lo largo de los 125 kilómetros de los que contaba la marcha. El primer alto tras pasar Alboreque lo tomo con relativa tranquilida, tal vez pensando en dosificarme pues estaba claro que el éxito o el fracaso iba a depender en gran medida de poder formar grupetas y de este modo rodar mucho más cómodo. En el falso llano del Pozo tomo la iniciativa e imprimo algo más de ritmo y se empieza a rodar por encima de los 55 kilómetros por hora. Bajada hacia Aranzueque y de ahí empezar a tomar los siguientes dos altos del recorrido largo hasta subir el de Loranca con sus fuertes pendientes dirección a Pioz y de ahí nuevamente recorrer el falso llano del Pozo, en esta ocasión de subida, pero con una grupeta formada, que si bien al principio era algo reacia a dar relevos, lo ciertos es que al final se ofreció hasta la bajada de chiloeches y ya cada uno dependiendo de sus fuerzas tirar a un ritmo vertiginoso hacia la localidad de Alovera. La llegada casi al sprint y al final 3h y 53 minutos con una media de más de 32 kilómetros por hora, lo que me deja con una buen sabor de boca ya que las sensaciones han sido muy positivas. Una más acabada con éxito este año.
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