Esta era la primera vez en 75 años que lleva la vuelta rodando por la península, que una etapa subía a la bola del mundo.
Tal vez por ello, tal vez por la emoción de lo ajustado de la clasificación o tal vez porque el ciclismo está tomando verdadero auge, lo cierto es que desde primeras horas de la mañana los
alrededores de Navacerrada y los laterales del camino a la bola, estaban a rebosar de aficionados. Como ya comenté fui elegido como voluntario para la subida de la bola, y lo cierto es que la
climatología, si bien no fue la más apropiada para poder seguir la
etapa por culpa de la persistente niebla que a lo largo de los 3.500 mts de subida y como si un espectador más se tratase, se situó en las inmediaciones del alto de Guarramillas en dónde se ubicaba la meta a más de 2.200 mts de altitud.
Después de subir hasta la cima, nos fueron ubicando a cada uno a diferentes lados de la carretera con el fin de contener un poco el impetu del seguidor con una cinta que delimitaba un poco el acceso de los mismos duante el paso de los ciclistas. Yo procure estar lo más cerca posible de como iba a carrera gracias al locutor de la vuelta cuyos micrófonos sonaban divinamente a esta altitud, permitiéndome asi de esta forma estar en todo momento al corriente de lo que iba pasando en la
carretera. Y en segundo lugar es poder ver in situ la llegada a meta del campeón, ya que no deberemos de olvidar que en ese momento la diferencia entre el italiano Nivaldi y el gallego de Xacobeo galicia
Ezequiel Mosquera, eran de tan solo
50 segundos. Al final y como ya muchos sabrán el vencedor de la etapa el español, y la vuelta para el italiano.
En resumen una nueva experiencia, una emocionante etapa como casi todas que acaban en alto y una mañana de mucho frío arriba y de una agradable día de sierra en el puerto de Navacerrada.
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